Unos días en Praga.

Una tarde iba caminando por la Plaza de la ciudad Vieja como siempre llena de gente. Muy contentos, un clima que estaba en armonía con todo, así era Praga calidad igual que su gente, fuerte igual que su historia. Salude al señor Carlos de la panadería como siempre lo hacía, y seguí caminando, esta vez, por mi mente se me pasaba el hecho de que ya tenía 25 años, graduada en Artes de la Universidad Carolina de Praga, pensando que mi estudio de arte estaba a punto de cumplir los 5 años y debía de hacer una fiesta para celebrarlo, mucho me costó abrirlo, como olvidar lo que fue buscar el local, y más crear las diferentes pinturas allí expuestas, pero lo logré, era lo que más quería, luche por ello y 5 años amerita celebración. Pero aun así estaba tranquila tenía tiempo de sobra para planearla. En pleno invierno en Prada la temperatura hacia de las suyas con -8 grados, aunque se habían vistos peores, igual era frio. Fui hasta la cafetería y pedí un chocolate caliente, los mejores de la plaza, era cacao importado de Venezuela, a todos les gustaba, muchos querían ir a Venezuela solo para probar sus chocolates, los rumores decían que eran excelentes. Camine un poco para encontrar un banco mientras me sentaba y observaba la Iglesia de Nuestra Señora en frente del Týn, noté que la gente estaba más comprometida con la religión más que antes y para mí eso era bueno. Termine mi chocolate y decidí volver a casa, ya eran alrededor de las ocho de la noche y más que querer, era necesitar calefacción, además me tocaba abrir el estudio al día siguiente y debía descansar. 

Mi alarma suena al día siguiente a eso de las seis de la mañana, tiempo suficiente para despertarme, ducharme y desayunar para abrir la galería y empezar mi jornada de trabajo. Me ducho y tengo la misma crisis de todas las mañanas con respecto a la ropa aunque es invierno y no hay mucha variedad, pero eso no lo hacia mas fácil, luego de superar la crisis de moda concluyendo con unas botas de cuero, bufanda, un bolso de lado, guantes, una chaqueta de cuero que combina con las botas y una camisa blanca, me dirijo a prepararme el desayuno: pan integral, jugo de naranja, huevos revueltos y una manzana, el desayuno es la comida más importante del día, así dicen. Salgo rumbo a la galería que queda por una pequeña calle, rodeada de hermosos jardines, no muy lejos de mi casa pero para ejercitarme me voy en mi bicicleta, me encanta andar en ella, el mejor medio de transporte sin duda alguna. Llegó, abro la galería, enciendo las luces, preparo el café y el chocolate caliente, al momento llega mi amiga Běla, ella me ayuda en la galería. 


-Hola Běla, -nos abrazamos- ¿Cómo te fue ayer en la cena con tus padres?.

-Angela, hola me fue ¡excelente!, por fin pudieron conocer a Enrique y se llevaron muy bien.

-Que buena noticia, entonces no pudo salir mejor.

-No, y tú ¿qué hiciste ayer?. 

-Fui a la plaza, a caminar y beber chocolate caliente, sabes... Para despejar la mente.

-Si, me imagino, esos ratos son muy amenos, pero bueno… A trabajar.

-Cierto amiga, a trabajar.

Al rato empiezan a llegar los clientes como lo es un día normal en la galería, algunos admiraban obras del famoso František Kupka conocido mundialmente por sus obras dedicadas al arte moderno contemporáneo, otros veían la melancolía en las obras de Jan Preisler y otros disfrutaban varias obras mías, se caracterizaban por la esperanza y al mismo tiempo la tristeza que chocaban entre si, además que mi firma era mi nombre seguido de el número cuarenta y nueve. Ver como las personas admiraban mis obras me hacia recordar cómo me sentía yo cuando apenas empezaba en la Facultad de artes y como aun me siento al ver obras nuevas. Mis tardes en la biblioteca de la universidad y mis fines de semanas en los museos, para mi era una dicha perfecta. El día de trabajo iba bien, había compras, opiniones, conversaciones y buen ambiente, pasaba la tarde y disfrutaba un día más de mi trabajo. 

Se acercaba la hora de cerrar menos mal, porque a pesar de todo fue un día agitado y teníamos una reunión en un museo para la compra de algunas obras para la galería. Cerramos y salimos directo al Museo Náprstek, se distinguía por sus obras sobre las culturas asiáticas, africanas y americanas, nuestro objetivo era darle diversidad a la colección mezclándolas de una manera interesante con la dicha de que le guste al público. Llegamos y nos recibió el encargado del museo Josef. 

-Sean bienvenidas al museo mi nombre es Josef, un placer conocerlas.

-Buenas tardes, mi amiga se llama Sam y mi nombre es Ángela, gracias por recibirnos, este museo es una belleza tanto por fuera como por dentro hay mucho que apreciar en el.

-¡Gracias! Hemos hecho el esfuerzo de que cada año sea mejor, pero sin duda lo más importante son sus obras, ellas hablan por sí solas y le dan la imagen correcta a las paredes de este museo. 

-Si me he dado cuenta de eso, hacen un excelente trabajo, sigan así. Bueno a lo que vinimos, comprar obras –le sonrió- Y el nos llevo a donde pudimos ver y seleccionar las obras que queríamos. Habían alrededor de 10 obras, calidad más que cantidad, entre ellas resaltaban obras de Alfons Mucha y Bohumil Kubišta, debíamos observar, conversar y escoger cual íbamos a llevar. 

-Běla, ¿Qué piensas de la obra Alfons Mucha? 

-Me gusta mucho en realidad, recuerda que Mucha en sus obras se enfocaba mucho en la mujer y eso es importante, creo que transmitirá lo que queremos.

-Tienes razón, nos llevamos esa –el gerente hace una seña para que vengan a buscar el cuadro y lo preparen- Bela y yo en el transcurso de la hora seguimos mirando y discutiendo, hasta entonces hemos seleccionado 5, y pensamos que con esas son suficientes para actualizar la galería. 

-Muchas gracias Josef, la atención ha sido excelente, discutir el arte de diferentes puntos de vista y apreciar las obras de grandes artistas es siempre un placer –le sonrió y doy un apretón de manos-.

-De nada Ángela, siempre bienvenidas aquí agradecemos su apreciación por el arte. Espero ir pronto a tu galería y pasar un buen rato por allá, eso nunca esta demás. –Con un gesto que hace con la mano se despide- mientras nosotras nos dirigimos a la salida. 

Nos dimos cuenta de que las horas pasaron volando eso dicen cuando te diviertes, ya eran las nueve de la noche antes de irnos a casa decidimos ir cenar, para que el día estuviera completo, que mejor que comer con una gran amiga. 


PD: esto lo escribí hace mucho tiempo y llego hasta ahí. Siempre he sentido un amor por Praga ♥.






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